Hemos querido vivir la resaca de la gran manifestación independentista que vivió Barcelona durante la jornada en que Catalunya celebraba la Diada.
Como ocurre con todos los actos masivos, diferentes fueron los objetivos de los convocantes. Por una parte los movimientos civiles que lograron movilizar a cientos de miles de catalanes y por otro, la casta política, que perseguía sus objetivos, especialmente el presidente populista conservador, Artur Mas, al que indudablemente esta movilización masiva le vino como anillo al dedo para echar una espesa cortina de humo sobre sus propios desastres y desatinos; recortes y tonterías.
Y en efecto, nuestro paseo por la capital catalana, nos dejó la imagen de una ciudad que ya había olvidado el triunfalismo del día anterior y se reencontraba con esas masas cabreadas con los usureros y sus lacayos políticos, por los recortes, por el paro, por el engaño...
Por la Plaça de Catalunya, centenares de trabajadores paralizaron el tránsito, exigiendo reivindicaciones laborales ante la mirada asombrada de otros cientos de turistas, algunos de los cuales reflejaban temor en sus rostros y otros sacaban fotos a diestro y siniestro, seguramente para mostrar entre sus amistades, el clima de tensión social que se vive en el país.
Por otra parte, desde al Palau de Sant Jaume, el populista Mas habrá escuchado no sin la inquietud del que sabe que las cosas comienzan a torcerse a la clase política, los gritos airados de otros centenares de profesores que protestaban por el despido de tres mil de sus colegas para que la Generalitat pueda mantener el nivel de vida de los usureros y especuladores, que a fin de cuentas son sus amos. Los turistas inmortalizaban, asimismo, la peligrosa y tensa situación española.
No hay comentarios:
Publicar un comentario